Juan Carlos Campo
Director EPI y socio colaborador de CAXXI
Publicado en diario el Comercio 4/sept/2022, Laura Mayordomo
Entró en la Escuela de Ingeniería en 1988 –«con el número de matrícula 881.191»– y desde entonces no la ha abandonado. De alumno pasó a profesor, de profesor a subdirector de Estudiantes. De ahí a director del centro. «No tenía la más mínima aspiración. La vida me fue llevando», dice, humilde, Juan Carlos Campo (Gijón, 1970). En diciembre pondrá fin a su segundo y último mandato al frente de la EPI. Tras ocho años en el cargo, lo hará con intención de «renovarme».
–En unos días arranca el nuevo curso académico. ¿Cómo van ahora mismo de matrículas?
–Los datos aún son provisionales, pero creo que acabaremos en cifras similares al curso pasado. Y eso es importante, porque hay que tener en cuenta que estamos en un entorno muy competitivo, en el que al alumno hay que ganárselo.
–¿Qué titulaciones destacan?
–Hay tres en las que ya se ha superado la matrícula final del año pasado: Telecomunicaciones, Química Industrial e Ingeniería Eléctrica. Esta última creo que favorecida por todo el tema de las energías renovables.
–¿Y las otras dos?
–Teleco, porque estamos en un momento en el que el ámbito de las TIC está tirando muy fuerte. Y en el caso de Química Industrial no vemos una causa clara.
–Y luego están los dos grados más recientes, el de Organización Industrial y el de Datos, que están funcionando muy bien ¿no?
–Sí, incluso mejor de lo que preveíamos cuando se diseñaron. Son los que tienen las notas de corte más altas.
–En cuestión de tres meses también habrá en la Escuela nuevo director…
–Director o directora…
–Cierto. ¿Cuándo arrancará todo el proceso electoral?
–Yo entré a principios de diciembre y la idea es acabar en ese mismo entorno. Este es un proceso largo. Las elecciones hay que convocarlas como dos meses antes, así que calculo que en unas semanas saldrá ya la convocatoria. –Ya se conoce un nombre, el de Inés Suárez Ramón, la actual subdirectora de Estudiantes. Hay cierta continuidad, pues.
–Es la tradición de la Escuela y lo que sucede normalmente, que sea alguien del equipo, porque es un proceso que permite formarte, aunque luego cada uno tiene su visión. Afortunadamente, Inés Suárez ha decidido dar un paso al frente y nos alegramos. La apoya toda la dirección.
–¿Total confianza en ella?
–Sí, es una figura muy sólida, honesta, trabajadora, de las personas que saben resolver problemas sin crear bajas. Y con capacidad para afrontar los retos que habrá en el futuro.
–¿Qué retos son esos?
–Hay dos cuestiones. Por un lado, la catástrofe demográfica que se nos viene. En los próximos años estaremos captando a alumnos nacidos en años en los que la natalidad fue creciente y eso nos situará ante una falsa bonanza, lo que puede llevar a que no se tomen acciones a tiempo. Porque en unos años habrá una caída muy brusca de nuevos alumnos y eso se va a trasladar a todas las titulaciones. Además de la competencia entre universidades, que ya existe, el impulso a la FP también nos va a afectar. Tenemos que prepararnos para hacer las titulaciones muy atractivas, tanto para los alumnos como para las empresas. El problema es que en la Universidad esos cambios no se producen de la noche a la mañana. Hay tiempo para hacerlo, pero no hay que descuidarse. Lo que no vale es tomar las decisiones cuando se empiece a ver que la cosa decae. –Mencionaba un segundo reto… –Sí, la ampliación del Parque Científico Tecnológico. Es una oportunidad de oro para esta Escuela. Porque ahora estamos próximos, pero no hay una integración real de las partes que forman parte de la Milla del Conocimiento. Es una oportunidad diferenciadora, que no se da en más sitios.
–Volvamos a su relevo. ¿Puede haber más candidaturas?
–Aquí hay mucha gente muy capaz, pero a día de hoy no sabemos.
–¿Al rectorado también le parece bien la candidatura de Inés Suárez?
–El rector me dijo que le parece una buena candidata. La verdad es que Inés reúne lo mejor de lo que tenemos aquí. Es capaz de sintonizar con los intereses de la Escuela y tiene capacidad de atraer a la gente para seguirla.
–Usted cierra un ciclo. ¿Y ahora?
–Ahora toca resituarse, tomar algo de oxígeno, ver otras cosas. Mi intención es aprovechar algún programa de movilidad y conocer otras cosas fuera de aquí, pero sin desvincularme de la Universidad. Renovarme a mí mismo.
–¿De qué se siente más satisfecho del trabajo de estos últimos ocho años?
–De haber elegido el equipo que me ha acompañado. Creo que seleccioné a las personas más adecuadas, personas implicadas y muy sólidas. Así, todo lo demás viene rodado.
–¿Fueron o se sintieron dentro de la Universidad de Oviedo como el verso suelto?
–Tenemos nuestra propia personalidad, pero no va por libre. La Escuela es leal a la Universidad. Creo que este es un centro fácil, pero que necesita cierta autonomía, dejarle hacer, porque tiene capacidad para ello.
–Con el actual equipo rectoral ha tenido sus más y sus menos. El último, a cuenta de querer implantar en Mieres el grado de Energías Renovables. A usted siguen sin moverle de sus trece: ¿No habría que implantarlo y de tener que ser, que sea en Gijón?
–Es que los argumentos son demoledores y, de hecho, no se fue inmune a ellos.
–Lo que sí se lleva Gijón en el plan de titulaciones presentado por Ignacio Villaverde es el primer grado con formación dual de la Universidad de Oviedo, en Ingeniería Mecánica.
–Sí, pero al final se ha decidido que fuera primero en el máster de Ingeniería Industrial, donde el éxito está garantizado. Nuestro objetivo es atraer ahí a gente muy buena.
–¿Cuándo prevén que arranque?
–En el curso 2023-2024.
–¿Se va con la sensación de haber dejado algo por hacer?
–Siempre quedan cosas por hacer y por hacer mejor, pero el balance en general es positivo. Me queda la espina clavada de las dobles titulaciones. Siento que no se hayan dado ya los pasos porque estamos desperdiciando el tiempo.
Juan Carlos Campo
Director EPI y socio colaborador CAXXI