Asturias tiene el potencial para ser un referente europeo de la nueva industria sostenible, y Bruselas debe ser su mejor aliado
El griego Margaritis Schinás, exvicepresidente de la Comisión Europea, pronunció el jueves un discurso en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo sobre la situación sociopolítica y económica de Europa, España y Asturias bajo el título «Europa, en la encrucijada: desafíos para Asturias». Lo hizo invitado por la Asociación Compromiso Asturias XXI. Bajo estas líneas, se publica de manera íntegra su disertación.
Estimados amigos:
Me complace enormemente estar aquí hoy. Es un momento muy personal y emotivo porque regreso a esta tierra, que tanto conozco y con la que me siento profundamente vinculado desde hace más de 40 años, esta vez para hablar de Europa.
Europa ha marcado mi vida en todos los aspectos: profesional, político, personal y familiar.
Hay que hablar de Europa. Especialmente en estos momentos particularmente complejos, en un mundo que cambia a gran velocidad y, me temo, no siempre para mejor.
Quiero hablar de Europa desde mi experiencia personal y política de tantos años y con la esperanza de que nuestra Unión seguirá siendo parte de la solución, no del cúmulo de problemas que vemos acumularse en el horizonte geopolítico.
Decía el filósofo francés Blaise Pascal que le gustaban las cosas que «iban de dos en dos».
Siguiendo su idea, quiero compartir hoy con ustedes aquí en Oviedo no solo una reflexión sobre Europa, sino también sobre esta tierra magnífica que es Asturias: su potencial y las oportunidades de las que puede beneficiarse en esta nueva Europa que se perfila.
Ese es, en definitiva, el menú del día: Europa y Asturias.
Pero, antes de comenzar, permítanme hacer una reflexión personal y expresar un agradecimiento profundo a mi esposa, Mercedes, aquí presente.
Después de tantos años, ha sido mi compañera fiel no solo en el camino de nuestra vida en común, en todas mis aventuras europeas, pero además, fue quien me enseñó a querer Asturias y a su gente. También me impresionó que desde siempre –a pesar de vivir y trabajar muchos años en el corazón de Europa– empieza su día leyendo «La Nueva España» y «El Comercio» de Gijón. Está claro que, sin ella, hoy no estaría aquí.
Y, por supuesto, quiero agradecer también a Compromiso Asturias XXI por la invitación y por la labor que desempeña.
Su trabajo, conectando el talento asturiano dentro y fuera de la región, promoviendo el desarrollo económico y social, y apostando por el futuro de Asturias, es un ejemplo de compromiso real con esta tierra.
Asturias necesita organizaciones con visión de futuro, con la capacidad de unir talento y experiencia en beneficio de la comunidad.
I. Europa en una encrucijada geopolítica.
Durante años, Europa ha defendido con firmeza su compromiso con un orden internacional basado en normas, pero esta estrategia no ha funcionado y es poco probable que funcione en el futuro. Somos los únicos obsesionados con las reglas, mientras que el resto del mundo está obsesionado con el poder. Necesitamos formar parte de ese juego de poder.
¿Cómo lo hacemos? Debemos corregir urgentemente nuestras deficiencias estructurales en política exterior y defensa. Necesitamos hablar con una sola voz. Hasta ahora, la diplomacia europea ha sido un fracaso, cuando no directamente un motivo de burla. Nadie nos toma en serio: cuando se reúnen nuestros ministros de Asuntos Exteriores, el mundo se ríe. Lo mismo ocurre con el ecosistema del Servicio Exterior Europeo, que se ha convertido en una burocracia sin impacto real.
En materia de defensa, aún tenemos margen para acertar, sencillamente porque ni siquiera hemos empezado. En realidad, acabamos de empezar la semana pasada con decisiones históricas: la creación de un nuevo fondo de defensa de 150 mil millones de euros, la decisión de no computar el gasto de defensa en el déficit y la determinación de converger en nuestras políticas de armamento. En definitiva estamos decididos de construir nuestro propio escudo o paraguas, porque sabemos que desgraciadamente no podremos en el futuro contar con escudos y paraguas que sujeten otros para protegernos.
Defensa y política exterior aparte, tenemos otras formas de jugar en el tablero del poder aprovechando nuestros verdaderos activos, que son instrumentos y políticas comunitarias internacionalmente ya establecidos, reconocidos y respetados mundialmente. Estos tienen profundidad, intensidad, recursos y están respaldados por el derecho de la UE:
Nuestro mercado único, el más grande y mejor regulado del mundo. Todos quieren comerciar con nosotros y temen ser excluidos.
El euro, la segunda moneda de referencia mundial más fuerte, cada vez más utilizada por China y otros países como moneda de reserva.
Nuestro enorme gasto en desarrollo, que debe estar condicionado a cómo somos tratados por los países receptores. Es inconcebible que invirtamos tanto en regiones sensibles del mundo y obtengamos tan poco a cambio.
La disuasión regulatoria, donde aquellos que actúan en contra de nuestros intereses deben estar preparados para pagar un precio (por ejemplo, a través de sanciones, inclusión en listas negras, restricciones a aerolíneas y barreras fitosanitarias).
Queridos amigos,
En definitiva, recuperar el terreno perdido en geopolítica en este mundo oscuro que está emergiendo no puede hacerse con meras buenas intenciones. Europa debe aprender a jugar duro. Tenemos que aprender el juego del poder.
II. Asturias: una tierra con futuro en la Europa del mañana
Asturias y Europa siempre han estado conectadas. La historia de esta región es la historia de la industria, del esfuerzo y de la adaptación a los cambios. Hoy, una vez más, Asturias se encuentra en un punto de inflexión, pero lo hace con el respaldo de una Europa que apuesta por la innovación, la sostenibilidad y el crecimiento inclusivo.
La transición energética y la descarbonización son retos globales que Asturias enfrenta con determinación. Europa no solo ha marcado el rumbo con el Pacto Verde, sino que también ha puesto sobre la mesa herramientas clave para hacer posible una transición justa. Los fondos europeos ofrecen una oportunidad sin precedentes para transformar el modelo productivo sin perder el ADN industrial que define a esta región.
El futuro de Asturias no está en resistirse al cambio, sino en liderarlo. Europa ha demostrado su compromiso con esta transformación, apoyando proyectos estratégicos en hidrógeno verde, acero de bajas emisiones y energías renovables. Asturias tiene el potencial para convertirse en un referente europeo de la nueva industria sostenible, y Bruselas puede y debe ser su mejor aliado en este camino.
A mi juicio, la competitividad no depende solo de la industria. Europa también está trabajando para conectar mejor Asturias con el resto del continente. La Variante de Pajares es un paso en la dirección correcta, y el desarrollo del Corredor Atlántico es clave para que la región pueda exportar sus productos de forma eficiente y atraer nuevas inversiones. Del mismo modo, el puerto de Gijón tiene todo el potencial para consolidarse como un hub estratégico del comercio marítimo europeo, con el apoyo de la red transeuropea de transporte.
El sector agroalimentario y pesquero de Asturias es un referente de calidad, y Europa tiene un papel fundamental en su protección. La Política Agraria Común sigue siendo una garantía para los productores locales, asegurando estabilidad en un mercado cada vez más competitivo. Pero es clave que las normativas europeas sigan evolucionando para garantizar que nuestros productos compitan en igualdad de condiciones frente a terceros países con estándares menos exigentes.
Por último, el reto demográfico es uno de los grandes desafíos de Asturias, pero también lo es de toda Europa. La despoblación y la fuga de talento no son problemas aislados, sino retos estructurales que requieren soluciones a nivel europeo. Con políticas adecuadas de inversión, digitalización y movilidad laboral, Asturias puede convertirse en un polo de atracción para jóvenes profesionales, impulsado por el respaldo de los fondos europeos.
Asturias no está sola en este desafío. Europa es su mayor aliada. Con una estrategia clara, inversiones inteligentes y una visión de futuro, la región puede consolidarse como un motor de crecimiento en el norte de España y en el conjunto de Europa.
III. Conclusión
Termino.
Asturias no es una región periférica: es una pieza clave del proyecto europeo. Y en esta Europa que construimos juntos, el éxito de Asturias es también el éxito de Europa.
Europa somos todos y por eso hablar de Europa es sobre todo hablar de nuestras vidas, de nuestra cultura, de nuestros valores y de nuestro modo de vida. Tenemos una obligación colectiva de preparar un futuro igual o mejor de lo que nuestra generación haya construido. Vivir en paz, en seguridad y prosperidad. Europa tiene que seguir siendo una Unión de democracias, donde los derechos de las minorías estén garantizados, el papel de la mujer consolidado en la familia, la sociedad y el trabajo. Donde la educación y la sanidad cubren a todos y son gratuitos. Donde seguiremos siendo campeones mundiales de derechos sociales y protección de datos. Donde cuidamos a nuestros mayores y donde no hay pena de muerte. Elementos de todo esto existen en otras partes del mundo. Todo esto junto solo existe en nuestra Europa.
Gracias por su atención.