«Nuestro plan de aquí a tres años es alcanzar el centenar de empleados y que los ingresos procedan a partes iguales de la región y de Madrid»
Una mañana de 1993, Francisco Vaciero Fernández (Gijón, 1961), entonces un treintañero que trabajaba en consultoría financiera en Oviedo, se levantó con la determinación de iniciar su propio camino profesional. Educado en el Corazón de María de Gijón y licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Oviedo, Vaciero decidió fundar un despacho de asesoramiento legal, tributario y económico que llevara su apellido. Lo constituyó el 31 de diciembre de 1994, por lo que en poco más de un mes la firma cumplirá su trigésimo aniversario exacto. Además de su sede central en el barrio ovetense de Montecerrao, donde trabajan 50 personas, Vaciero tiene una delegación en Madrid, con 27 profesionales, que está en plena expansión.
–¿Su asesoramiento siempre se ha enfocado en un determinado tipo de empresas?
Antes de fundar Vaciero, como asesor de cuentas siempre había trabajado con empresas que facturaran al menos 6 millones de euros anuales, y ese era un poco el objetivo al que nos dirigíamos. Eran clientes cuyos ingresos comprendían entre los 5 y 500 millones. Es decir, compañías pequeñas pero con un cierta estructura y vocación de crecimiento. Y ese es el enfoque que seguimos manteniendo treinta años después. Actualmente también trabajamos con firmas con presupuestos grandes, como entidades financieras, RTVE, el Canal Isabel II de Madrid… Pero nuestro foco sigue puesto en la pequeña y mediana empresa (pyme), como digo, con cierto tamaño. Por eso muchos de nuestros clientes son grupos familiares que, como nosotros, han ido creciendo con los años y tienen necesidades en el aspecto financiero y jurídico.
–¿Cuándo abrieron su delegación en Madrid?
En 2017. Habíamos tenido un crecimiento muy importante en Asturias, y veíamos que seguir creciendo en la región tenía poco sentido, porque era como si un pez muy grande estuviera en una pecera pequeña. Se nos quedó pequeña en cuanto a dinamismo empresarial, oportunidades de negocio, financiación de proyectos… Viendo además que nuestros competidores eran las grandes consultoras internacionales y despachos nacionales, vimos que tenía sentido convertir Vaciero en un despacho de referencia nacional. Estuvimos un año haciendo pruebas piloto en Madrid y vimos que funcionaba fantásticamente.
«La alta presión fiscal de Asturias disuade de que se implanten negocios y rentas altas».
–¿La competencia en la capital no es mucho más dura?
Recuerdo esta frase que me dijo un periodista: » En Madrid hay mucha carne, pero todos los perros muerden». Y es verdad. Es un lugar donde hay muchísimas oportunidades y un dinamismo empresarial tremendo. Permanentemente hay operaciones, creación de compañías, inversiones de fondos… Hay una competencia infinita, claro. Pero al haber tantas oportunidades, siempre hay un hueco.
–¿Hay un momento determinado en que usted toma conciencia de que, como dice, la pecera de Asturias se empezaba a quedar pequeña?
Fue en torno al año 2010. La crisis inmobiliaria golpeó a sectores importantes en Asturias y se llevó por delante a muchísimas empresas constructoras, por lo que no había muchas oportunidades de inversión. Con la restricción del crédito, se generó una gran parálisis en el tejido económico de la comunidad. En ese contexto, hicimos la reflexión de que queríamos extender nuestra metodología y nuestro saber hacer a un entorno geográfico más amplio.
–¿El grueso de sus ingresos siguen procediendo de Asturias?
Sí. De la región viene aproximadamente el 60% de nuestro negocio, y el resto, de Madrid.
«Abrimos en Madrid porque crecer aquí era ser un pez muy grande en una pecera pequeña».
–¿Tiene un plan de crecimiento a medio o largo plazo?
En mi cabeza hay una cifra a la que aspiro: un volumen de facturación anual de 10 millones de euros (actualmente estamos en el entorno de los 7,5 millones) y una plantilla de entre 90 y 100 trabajadores. Es un objetivo a tres años. Y en ese planteamiento de ingresos, me gustaría que procedieran al 50% de la oficina de Asturias y al 50% de la de Madrid.
–¿Y ese plan también incluye alguna nueva línea estratégica?
Queremos convertirnos en un despacho de referencia para la inversión extranjera. Este año nos hemos incorporado a Allinial Global, una red internacional de 250 despachos, para trabajar como receptores de servicios de inversión extranjera en España y facilitar a los clientes su implantación en España y en el resto del mundo. Prevemos que esta será una de nuestras principales vías de crecimiento orgánico. Ya hemos asesorado proyectos en lugares como Texas, Suecia o Arabia Saudí.
–¿Alguna inversión en Asturias en el horizonte?
En estos momentos, la inversión que más deseo para Asturias es la de ArcelorMittal para sus plantas de Gijón y Avilés. Es la inversión por excelencia, y más importante que cualquier otro proyecto atractivo de inversión extranjera en la región. El impacto directo e indirecto de Arcelor en la economía asturiana es brutal. Por eso, esa es la inversión por la que rezo.
–¿Y cuál es su pálpito?
Llama la atención que la inversión prevista haya recibido una cantidad tan importante de fondos públicos: 450 millones de Europa y 36 del Principado. Que a estas alturas aún no se haya materializado no es buena señal.
–¿Qué les transmiten las empresas asturianas que asesoran ? ¿Hay algún denominador común de sus dificultades, inquietudes y trato con la Administración regional?
En el caso específico de Asturias, el mayor problema es la dificultad para contratar personal especializado en todo tipo de sectores, incluido el nuestro. Esto está causando que determinados negocios que podrían crecer no dispongan de la mano de obra adecuada para hacerlo. El segundo obstáculo está más extendido en toda España, y es el exceso de regulación. Las empresas tienen pavor a pasar de 50 trabajadores por la cantidad de nuevos protocolos y planes (de igualdad, diversidad, inclusión…) que tienen que incorporar. Y, volviendo al Principado, hay una queja generalizada sobre la presión fiscal. Objetivamente, todos los impuestos cedidos al Gobierno regional están en los márgenes más altos de los tramos autonómicos: IRPF, Sucesiones, Donaciones, Patrimonio… La presión fiscal alta en Asturias disuade de la implantación de nuevos negocios en la comunidad y de que, en una era de gran movilidad laboral, directivos de rentas altas se establezcan aquí.