«La Administración debe facilitar la contratación de camareros en países hispanos, muchos parados de aquí no quieren trabajar en este sector»
César Suárez Junco (Oviedo, 1959), criado en la localidad parraguesa de Prunales, fundó hace cuatro décadas en la capital del Principado, junto con su socio Marino González, un comercio de productos típicos asturianos, Crivencar. Con los años, aquel pequeño negocio de la plaza San Miguel se ha expandido hasta convertirse en una sólida empresa asentada en dos pilares: la venta física y «online» de artículos gastronómicos asturianos y, por otro lado, las siete sidrerías Tierra Astur. La compañía recibirá esta tarde el galardón a la «Empresa de Asturias 2024» de los III Premios FADE.
–¿Tienen los productos tradicionales asturianos algo que envidiar a los de otras regiones españolas u otros países?
Absolutamente nada. Es más, tienen mucho que enseñar a nivel nacional e internacional. El único problema que han tenido nuestros productos es que durante muchos años hemos sido los propios asturianos los que los hemos relegado porque los considerábamos de segunda. Cuando empecé con Crivencar hace 45 años nadie valoraba nuestros productos, se pensaba que lo bueno era lo que venía de fuera. Por suerte, eso ha cambiado. Nos ha costado años de promoción y de concienciación, pero creo que hoy día en Asturias somos mucho más conscientes de nuestra riqueza gastronómica y cultural.
–¿En qué medida está influyendo la gastronomía en el tirón turístico de Asturias?
La gastronomía es el segundo motivo, tras el paisaje, por el que los turistas escogen Asturias. Esto es muestra, sin duda, del éxito de una hostelería que se mantiene fiel a su tradición y a su diferenciación con el resto de territorios. No podemos permitir que una calle de restaurantes de Oviedo o de Gijón sea igual que la de cualquier otra ciudad española; y ahí las sidrerías y nuestra cultura sidrera tenemos mucho que decir.
–¿Cómo puede influir en el sector la declaración de la sidra como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco?
Marcará un antes y un después. Debe servir para que los pocos que en Asturias todavía no están convencidos de que la sidra es un patrimonio cultural acaben sucumbiendo, y que nuestra sidra y nuestros escanciadores se conviertan en los iconos de Asturias.
–El próximo día 29 se cumple un año de la Variante de Pajares. ¿Es también un antes y un después para la región?
Claro que sí, fíjese los años que llevábamos esperándola. Y eso que los inicios no han sido los mejores con tantas incidencias. Con todo, la Variante es un hito para Asturias. Pero no nos confiemos en que con hacer que los trenes pasen por el túnel está todo hecho. Ahora podemos ser competitivos con otros destinos de los que antes nos separaba el tiempo de desplazamiento; pero hay que seguir con políticas de promoción turística general, y especialmente de desestacionalización.
–¿Corre el turismo asturiano un riesgo de masificación que perjudique el entorno natural?
No, de ninguna manera. Quiero ser tajante. Hay que hablar del turismo en positivo, de la cantidad de empleo y actividad económica asociada que genera en Asturias. Tenemos que acoger al visitante con cariño, como sabemos hacer los asturianos. Hay que ser agradecidos con esa persona que ha decidido gastar aquí una parte de su salario que tanto le cuesta ganar. Porque Asturias, además, no está sobrada de fuentes de ingresos.
–Dos de los sectores en los que trabaja, el campo y la hostelería, acusan falta de profesionales. ¿A qué cree que se debe?
Son dos situaciones muy distintas, pero también con grandes puntos en común. Ambas profesiones son vistas todavía en muchos casos como trabajos de segunda, faltos de dignidad, que no lucen… Y eso no ayuda a que la gente joven quiera dedicarse a ellos. El campo, además, sigue teniendo muchas carencias, con grandes zonas en las que las comunicaciones son difíciles, no hay buenas conexiones a internet y faltan servicios básicos. Eso no ayuda a fijar población joven. En el caso de la hostelería, es cierto que es un sector sacrificado en el que se trabaja más cuando el resto descansa, y eso siempre ha sido y será un condicionante. En efecto, vivimos una escasez de profesionales con vocación en el oficio de camareros; nosotros, sin ir más lejos, ahora mismo necesitaríamos a unos 60. Pero que nadie se engañe: se pagan buenos salarios, incluso a gente que llega sin experiencia previa y recibe formación.
–¿Alguna posible solución?
Yo pediría que la Administración facilitara la contratación en origen en otros países con facilidad para incorporarse al sector, como los de habla hispana, donde hay mucha gente deseando venir a vivir a España. Desgraciadamente, gran parte de la gente que hoy está desempleada no está interesada en trabajar en este sector.
–¿Qué cosas podrían mejorarse para incentivar la prosperidad empresarial en Asturias?
Una política fiscal favorable ayudaría a las empresas de aquí a ser más competitivas. También se debe avanzar en la simplificación de los trámites administrativos, que a día de hoy siguen siendo lentos.