La llegada de Amazon es un caso de éxito que debe servir de inspiración; se ha materializado una inversión de envergadura en un plazo corto, pero creo que en otros ámbitos no estamos a la altura
A Pablo López Álvarez (Gijón, 1974), media vida lejos de Asturias no ha conseguido quitarle la región del rabillo del ojo. Cofundador de Compromiso Asturias XXI y de la Asociación de Asturianos en Bruselas, llegó a la capital de Europa atraído por el proceso de integración europea y ahora habla desde la butaca de preferencia que le dan 23 años monitorizando en primera fila las evoluciones de la política de la Unión.
Se graduó en Derecho en la Universidad de Oviedo, cursó estudios de posgrado en la de Leeds (Reino Unido) y trabaja como alto directivo en FTI, multinacional estadounidense de la consultoría de negocio, donde se ha especializado en el asesoramiento sobre las políticas de la UE. Hace tiempo que amplía la perspectiva en la Cámara Oficial de Comercio de España en Bélgica y Luxemburgo, de la que fue reelegido presidente el pasado verano después de haber sido vicepresidente de 2010 a 2021.
-¿Son una especie de embajada comercial en Bruselas?
La cámara nació hace más de cien años como una iniciativa de empresarios españoles que llegaron a Bélgica y como una organización de apoyo mutuo para promover el comercio entre España y Bélgica. Su actividad se amplió después a Luxemburgo y ha ido evolucionando, aunque su objetivo fundamental sigue siendo la promoción del comercio y el tráfico mercantil entre ambos países. En los últimos 25 años desarrollado también una pata de interlocución entre el mundo empresarial español y las instituciones europeas y hoy es una asociación de derecho privado con 350 empresas socias. Está reconocida como la más dinámica de las cámaras de los 27 estados miembros presentes en Bruselas.
-¿Cuál es el diagnóstico de situación del intercambio comercial entre los dos países?
A pesar de ser un país pequeño, Bélgica es el quinto socio comercial de España y el octavo destino de las exportaciones españolas, con una dinámica positiva y creciente. En los últimos años ha habido empresas españolas que han llegado a Bélgica para jugar un papel importante en grandes proyectos, como FCC, que construyó la prisión de Haren, una de las más modernas y avanzadas de Europa; Técnicas Reunidas, que está contribuyendo a levantar en el puerto de Amberes una de las plantas de etileno mayores del mundo o CAF, que acaba de finalizar la construcción del tranvía en Lieja.
-¿Y Luxemburgo?
Luxemburgo vive un momento de gran crecimiento de llegada de empresas y profesionales españoles que desde la Cámara estamos apoyando. Estamos trabajando en un nuevo programa de formación que facilite el desembarco de jóvenes graduados españoles en el sector bancario y financiero y estamos empujando para que se aumenten las conexiones áreas con España. La aerolínea luxemburguesa Luxair no tiene conexiones con el norte de España y la prioridad es abrir una con Bilbao. No perdí la ocasión de sugerirles que valoren también una futura línea al aeropuerto de Asturias, a la que no cerraron la puerta.
-¿Qué se ve de España desde Bruselas?
Hay dos prismas diferentes. Desde el punto de vista del ecosistema europeo, somos la economía que más está creciendo en la zona euro y aquí el mérito de- ese progreso se relaciona con el efecto de los fondos europeos de recuperación. Desde una perspectiva más doméstica, somos uno de los principales socios comerciales de Bélgica. Ellos nos exportan sobre todo productos farmacéuticos y maquinaria y también hay un interés turístico muy claro. Cada año, 2,5 millones de belgas visitan España, eso es casi un 25 por ciento de una población de once millones y un yacimiento del que Asturias se puede aprovechar. En este sentido, la campaña turística que el Principado está realizando actualmente en el país es muy positiva.
-¿Hay otros?
Hay oportunidades de inversión belga en España y particularmente en Asturias. El mejor ejemplo es el de la empresa Umicore, que a través de una joint venture [consorcio] está valorando la construcción de una planta de baterías para coches en el Musel. Representantes de la empresa me han confirmado que la propuesta es muy sólida y que percibían una buena sintonía entre las administraciones implicadas.
-¿Barrunta problemas en la agresiva política comercial que promete Donald Trump?
Si Trump hace lo que prometió en campaña, es muy probable que entremos en una guerra arancelaria que no será nada beneficiosa en términos absolutos y supondrá una importante contracción de la economía mundial. Aunque habrá muchos perdedores, también será posible encontrar a ambos lados del Atlántico empresas ganadoras, que pueden ser diferentes según hablemos del corto, medio o largo plazo. Es fundamental que las empresas asturianas vayan anticipando los distintos escenarios y preparándose. La cuestión no es sólo comprobar si Trump cumplirá con su amenaza de imponer un arancel universal, que variaría entre el 100 el 20% en función dela balanza comercial que Estados Unidos tenga con cada país, sino que habrá que ver cómo responden la UE y potencias como China en un escenario de consecuencias ahora mismo imprevisibles.
-Observe conmigo a los asturianos de la diáspora. ¿Siente más lástima porque se hayan tenido que iro más orgullo por lo que muchos de ellos han conseguido ahí fuera?
En este mundo globalizado la movilidad de los profesionales es una tendencia difícil de revertir y quizá el desafío consista en conseguir que esa movilidad no se convierta en un flujo migratorio constante y de no retorno. Es cierto que una vez que los profesionales nos abrimos nuevos horizontes siempre va a haber un riesgo, lógico, de que no queramos retornar, pero lo importante, en este mundo tan conectado, es que retomen el conocimiento y el compromiso con nuestra tierra. Dicho eso, también creo que todos, empezando por las administraciones públicas y continuando por el sector privado en Asturias, tenemos una responsabilidad de crear oportunidades y dinamismo, de construir un entorno dinámico que genere oportunidades para que los asturianos no necesitemos salir de Asturias para desarrollamos profesionalmente.
-La mayor parte de los asturianos expatriados, eso dicen algunas estadísticas, aseguran que querrían regresar, pero no pueden. ¿Se ve en el retrato?
Cada situación personal y profesional es diferente, pero si hay un denominador común de los asturianos, y que además es percibido como tal por los españoles de otras regiones, es el grado de vinculación o enraizamiento que tenemos con nuestra tierra. Comparado con otros, yo tengo la suerte de vivir no demasiado lejos y en un sitio con buenas conexiones. Además, no acabé en Bruselas por accidente, sino por una decisión profesional, tras haber trabajado en Asturias, atraído por el proceso de integración europea. Todos los que estamos aquí, desde un lado u otro, nos sentimos muy anclados y muy ligados a esta ciudad.
-El Principado está echando el resto en las políticas de retomo. ¿Tenemos la economía preparada para que el proyecto tenga éxito?
Se puede tener éxito si se consigue o bien atraer inversión extranjera o crear orgánicamente proyectos ilusionantes. En ese sentido, por ejemplo, la llegada de Amazon a Siero es el ejemplo a seguir, porque en un periodo de tiempo relativamente corto se ha materializado un proyecto de gran envergadura, generador de empleo, dinamizador y capaz de crear un efecto llamada. Conseguir eso de ese modo es extremadamente positivo, porque todos hemos visto en Asturias otros proyectos de los que llevamos hablando lustros, sino décadas, que no llegan a materializarse. Otro elemento para tener en cuenta es el fortalecimiento de la Universidad de Oviedo, porque me preocupa pérdida de prestigio y reconocimiento que ha tenido últimamente. No creo que sea justo al cien por cien juzgar a una universidad por los rankings, pero la caída de puestos en el de Shanghái debe servir como llamada de atención y punto de inflexión. No podemos contentamos con que nuestra universidad sea la vigésima novena entre las españolas.
-Identifique las fuerzas y flaquezas del tejido productivo asturiano. ¿Qué hacemos bien, qué queda por hacer?
Entre las flaquezas me preocupa la proyección exterior, porque algunas de las cifras de exportaciones que conocimos a finales del año pasado nos sitúan a la cola de todas las comunidades autónomas. Otro aspecto es el papel facilitador de las administraciones públicas. He dicho que creo que la llegada de Amazon es un caso de éxito que debe servimos de inspiración, pero en otros ámbitos me da la sensación de que no estamos a la altura o no hacemos las cosas a la velocidad que requieren los tiempos que vivimos. Veo con preocupación que varios proyectos que salen cotidianamente en la prensa asturiana llevan lustros, sino décadas, sobre la mesa. Por poner un ejemplo de mi ciudad, me sorprende que uno de los proyectos estrella de Gijón sea la recuperación de Tabacalera. No digo que no se tenga que hacer, pero llevamos casi veinte años hablando del tema y tengo dudas de que lo que necesite Gijón sea otro centro de arte contemporáneo cuando ya tenemos ese activo tan valioso que es la Laboral, en parte todavía infrautilizado.
-¿Dónde más ve oportunidades?
Un sector con opciones claras es el de la defensa. La invasión de Ucrania ha cambiado el tablero y las reglas de juego y nos hemos dado cuenta de que desgraciadamente seguiremos teniendo que fabricar armas, tanto para su utilización como desde una perspectiva disuasoria, y el gasto en defensa va a crecer exponencialmente, lo que ofrece una gran oportunidad a Asturias, dado nuestro «know how» [saber hacer] y nuestra experiencia. Se calcula que en los próximos diez años se necesitarán 500 billones de euros adicionales de inversión sólo para el sector de la defensa y, pensando en clave asturiana, será importante tener la mano de obra cualificada y especializada necesaria para atraer esas inversiones.
– Las conexiones de esta región con complejo de aislamiento han mejorado mucho, pero las líneas de comunicación funcionan en dos direcciones. ¿Cuál es su clave para aprovecharlas?
La mejora es evidente, por ejemplo con el establecimiento de una conexión aérea directa con Bruselas. Las grandes decisiones políticas y presupuestarias que afectan a Asturias se toman en Bruselas, y es aquí donde se está definiendo la legislación que será el marco regulatorio en el que tendrán que operar y crecer las empresas asturianas a cinco o diez años vista. Por eso, por cierto, no quiero esconder que me sorprende que nuestro presidente del Principado aún no haya visitado la capital de Europa en los cinco años que lleva al frente del gobierno. Mi percepción es que otras comunidades y gobiernos autonómicos, no necesaria- mente de regiones mayores que Asturias, se están moviendo mejor y están tenien- do una mayor influencia en Bruselas. En este asunto de las comunicaciones, por lo demás, el relanzamiento de la Autopista del Mar debería ser una prioridad para este gobierno.
-¿Hay otras fórmulas para aprovechar las toneladas de talento expatriado? ¿Cuál es la suya?
Veo una posibilidad de retomo en lo que se llaman los nómadas digitales, determinadas profesiones en las que es totalmente secundario dónde esté ubicado el trabajador. Para eso es fundamental disponer de unas buenas conexiones y quizá Asturias, sobre todo las alas y el mundo rural, tiene un déficit de conectividad digital que debería ser prioritario corregir.
– La UE está en pleno reseteo de comienzo de legislatura. ¿Qué tiene señalado en la agenda inmediata de Bruselas?
Estamos en un momento crítico, porque se está empezando a discutir ya el marco financiero plurianual 2028-2034 y para que Asturias se lleve una porción de pastel lo más grande posible es fundamental que seamos lo más activos posibles en Bruselas. La Comisión está trabajando en un primer borrador que presentará en el verano de 2025, pero el proceso ya está abierto a inputs.
– Es además accionista y cofundador del restaurante Hispania en Bruselas. ¿Cómo les va?
Estamos muy contentos de habernos consolidado como la vitrina y el embajador de la gastronomía española en la capital de Europa, con un marcado acento asturiano.