Compartimos artículo de opinión de nuestra socia colaboradora Susana Solís, eurodiputada.
Carta desde Europa a los estudiantes recién graduados
Queridos estudiantes que estáis a punto de graduaros y abrir una nueva etapa en vuestra vida: os veo y me veo a mí misma hace 28 años. Os veo, alumnos de mi Politécnica de Gijón en la Universidad de Oviedo, con los que estuve hace unas semanas, y alumnos de toda España, orgullosos de concluir una fase de mucho trabajo y sacrificio, y quizá preocupados por empezar otra, tan llena de incertidumbres como de sueños.
Marie Curie, esa mujer que revolucionó la ciencia, estaba pensando en vosotros cuando dijo: “Nada debe ser temido, solo debe ser entendido, Ahora es el momento de entender más, para que podamos temer menos”.
Claro que vuestra ansiedad es lógica. ¿Quién no se preocuparía sabiendo que, cada año, medio millón de jóvenes españoles deben buscar trabajo fuera de su país? ¿Quién no se alarmaría ante una manera de hacer las cosas que compromete el futuro de los jóvenes y ahonda la brecha de injusticia generacional, como está ocurriendo ahora mismo en España?
Yo no voy a angustiaros más. Quiero daros esperanza, deciros que tenéis que empezar esta nueva etapa con la confianza de que vuestros sueños se van a cumplir. De que vuestro esfuerzo y el de vuestros profesores para dotaros de conocimientos, capacidad de análisis, pensamiento crítico y habilidades para resolver problemas son las mejores herramientas para enfrentaros a un mundo cambiante e inseguro como el que vivimos. No hay otra manera de entender más y temer menos, como pedía Marie Curie, doble premio Nobel de Física y Química y cuya biografía os recomiendo encarecidamente como lectura de verano.
Lo que voy a hacer, en unas pocas líneas, es contaros mi camino. Después de terminar mis estudios de ingeniería industrial en Oviedo y tras una beca Erasmus en Alemania, tuve durante 17 años la oportunidad de conocer diferentes sectores (salud, automóvil, construcción), trabajar en distintas multinacionales y, como os ocurrirá a muchos de vosotros, ir pasando de posiciones técnicas a puestos de gestión.
Hace 9 años, cuando tenía estabilidad y un buen trabajo, decidí dar el salto a la política. No sabía nada de ese mundo, y mi inteligencia era pesimista, pero mi voluntad –siguiendo a Gramsci– era optimista: tenía la ilusión de cambiar las cosas que no me gustaban. Fue la mejor decisión de mi vida.
No quiero deciros que todo lo que os salga por delante va a merecer la pena. Hay que analizar, comparar, decidir. Correr el riesgo de equivocarse con pasión y sin ingenuidad. Yo lo hice, y acabé dedicando los cinco últimos años de mi vida a ser diputada en el Parlamento Europeo. Ha sido una experiencia única.
Ya sabéis que más del 70% de las leyes españolas son trasposiciones de directivas y reglamentos que se negocian en Bruselas. La formación y la experiencia nos dan a los ingenieros una visión privilegiada que nos permite tener los pies en la tierra a la hora de tomar decisiones. Y en la UE se toman muchas. Esa ventaja me ha sido muy útil en los esfuerzos para sacar adelante la ley de Inteligencia Artificial, la reforma del mercado eléctrico, las directivas de renovables, de eficiencia energética, los reglamentos de emisiones de los coches…
En estos tiempos complicados vais a jugar un papel fundamental a la hora de dar soluciones a los retos que tenemos, desde la transición energética hasta la revolución digital, pasando por el imperativo de recuperar la autonomía estratégica de la UE frente al proteccionismo de EE UU y la planificación de China.
Seréis profesionales muy buscados. Europa os necesita a todos: vais a ser protagonistas de su construcción. Y tenéis la responsabilidad de convertiros en referentes para que otros muchos sigan vuestros pasos. Para las mujeres que os graduáis, la responsabilidad es doble: pulverizar estereotipos y ser fuente de inspiración para otras niñas y jóvenes.
Dejadme por último que os cuente en muy pocas palabras lo que he aprendido en estos años, por si os es útil: he aprendido a tener la mente abierta y a adaptarme, a trabajar en equipo, a no dar nunca por acabada mi formación, a mantener algunos valores, algunas convicciones, y a no perder la pasión de explorar horizontes distintos. Como decía Ortega y Gasset, solo se puede prosperar cuando se piensa en grande; solo es posible avanzar cuando se mira lejos.
Pensad en grande y mirad lejos. Ahí fuera hay un mundo de oportunidades y de sueños. ¡Adelante!