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Artículo de Opinión | «Calle mayor del noroeste ibérico», por Avelino Acero e Ignacio García-Arango

Si Asturias aprovecha el Cantábrico, será la puerta de Europa para conseguir una economía que funcione

Las regiones del noroeste ibérico son pequeñas, están económicamente en decadencia, pertenecen a la península pobre y se sitúan en su aislada periferia. Añadimos que, desde el discernimiento, esta visión no es real, pues si aprovechamos el Cantábrico seremos la puerta de Europa, integraremos a la Unión Europea con su Oeste y nos transformaremos en una charnela del mundo. Además estamos en el corredor terrestre que va desde el estrecho de Gibraltar a Europa.

Conseguirlo implica iniciativa para lograr la masa crítica que da nuestra suma y avanzar juntos: así alcanzaremos la nueva frontera en todo el territorio entre Portugal e Irlanda. Ello exige acción coordinada y decidida de toda la sociedad mediante la cooperación público-privada. Para ello no debemos quejarnos de ser la periferia, sino sentirnos siempre el centro y luchar por estar en él:

Esa acción es lo que nosotros llamamos Corredor Atlántico.

No vamos a entrar en detalles ni a reflexionar sobre las infraestructuras que necesitamos en las próximas décadas porque la cuestión ocuparía varios artículos, sino a sintetizar las cuestiones generales determinantes. Si lo hiciéremos, el relato se iniciaría en la necesidad de un pacto nacional por el transporte y las infraestructuras estratégicas que definiera, a largo plazo, la política y la red de transporte de interés general de España, seguiría por una red logística eficiente que se inicia en los puertos y continuaría por los trenes y por las carreteras, que deben estar estructuradas, así como con lugares de distribución y de fabricación para darles valor añadido a los productos –ese es el significado de las zonas logísticas–, se seguiría por la mención a las conexiones: ferroviaria por la cornisa hacia el Mediterráneo, el ferrocarril hacia Algeciras y en la autopista que nos unirá con el Bierzo y el norte de Portugal, así como con la necesidad de coordinar los puertos, porque con nuestra actual visión movemos 10 veces menos toneladas que el Mediterráneo al año: 14,1 Mtn. frente a. 130 Mtn. También mencionaríamos la necesidad de generar actividad para dar vida a las infraestructuras y, en otro plano, implantar un nuevo paradigma energético en el que no hay que olvidar la energía nuclear. Así como aprovechar nuestras condiciones naturales y nuestros minerales estratégicos.

Hacemos un poco de historia para decir que nuestra preocupación comenzó en otoño de 2016 ante la parálisis del ferrocarril a Madrid (recordamos que, aunque ahora ya nadie se preocupe aquí, aún no existe un tren que llegue allí en condiciones estándar europeas) y por ello contribuimos a que la sociedad civil actuase.

Ello nos llevó a propugnar la creación de un grupo de presión fundamentado en impulsar el desarrollo del Noroeste a través de fortalecer la sociedad civil, la competitividad, la innovación, los valores, la ética, así como la vertebración territorial y social. Todo cimentado sobre tener los medios adecuados para conocer, informar, movilizar, y conciencia desde el criterio propio. Ello suponía afrontar cinco retos para conseguir: implicación y unidad empresarial, concienciación social, voluntad política, rigor técnico y cohesión territorial.

En enero de 2017, los empresarios crearon su plataforma, que después evolucionó en otras varias, todas fundamentadas en otros principios que no compartimos: el ruego y la queja.

El humilde foro siguió defendiendo la primera visión, lo que nos llevó a acciones varias fundamentadas en el principio de que el Corredor Atlántico es conseguir una economía que funcione, innovadora y competitiva. Todo lo demás, desde las infraestructuras hasta las subvenciones no es nada: solo literatura.

En este momento seguimos defendiendo esa meta con mayor ahínco porque estamos peor que hace siete años y porque en el mundo que viene se nos plantea un nuevo reto para no desaparecer como sociedad, a consecuencia de que en Asturias se apostó por adherirse entusiásticamente a la eliminación de toda la producción de energía, con las consecuencias obvias en las industria existentes, a cambio de unas promesas que nunca se cumplen. Recordamos por ejemplo a

Arcelor

(tan en el candelero estos días), al hidrógeno y también a la energía eólica, a la que no se deja nacer.

Antes de resolver nuestro problema, lo primero es saber adónde se quiere ir. Después hay que fundamentarse en la inteligencia para ser competitivos desde la economía de las ideas y de las metaideas. Llegar a la meta implica prudencia y valentía para crear, innovar y emprender, tras abandonar el egoísmo, la endogamia, el localismo, el servilismo y el clientelismo. Después, todo debe funcionar acompasado desde la creencia en una misión común. Misión que debe fundamentarse en los conceptos que definan el tipo de sociedad que se desea. La cual, en nuestra opinión, debe ser socialmente equilibrada y enfocada a mejorar la riqueza y la felicidad de todos.

Llegó el momento de abandonar el camino del ruego y adoptar el de la acción, liderados por nuestros empresarios más grandes: comerciales, constructoras, grupos financieros, metalúrgicos, cementeros y químicos:

Dejemos de ser tigres de papel y después, a ¡luchar, luchar y luchar!

Terminamos recordando que un 14 de febrero de hace 49 años se abrió la «Y» asturiana, a la que sus constructores llamaron la calle mayor de Asturias:

Hagamos del Corredor Atlántico la calle mayor del noroeste ibérico.

Avelino Acero e Ignacio García-Arango

Socio colaborador y partner de CAXXI

La Nueva España