Compartimos artículo de opinión de nuestra socia colaboradora Begoña Fernández-Costales, recientemente galardonada por la Unión de Estados Africanos por su defensa y lucha a favor del continente.
Mujer e innovación
Me considero una firme defensora de la capacidad de la mujer en todos los ámbitos, incluido el de la innovación. Porque la mujer es creadora e imaginativa; puede reconvertir, modificar, alterar aquello que parecía inamovible o desarrollar nuevos y mejores elementos partiendo de algo que ya se consideraba desfasado.
Sin embargo nuestra participación en este ámbito es aun escasamente significativa y, a pesar de los importantes logros de la mujer en las últimas décadas, sigue siendo una asignatura pendiente el ascenso a esos puestos de liderazgo que son esenciales para una participación equiparable con la del hombre en el campo de la innovación.
El pasado año se celebraron en Praga Jornadas cuya finalidad no era otra que la de concienciar a la mujer sobre la necesidad de su incorporación al mundo tecnológico europeo; de iniciar una nueva era con su aportación en este reto tecnológico, no solo dotando a la mujer de las herramientas necesarias para ello sino también preparándola para liderar este avance. Un informe publicado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT) revela que tres de cada cuatro empresas que han promovido ejecutivas a sus Consejos de Dirección, registran un incremento en sus beneficios de entre el 5 y el 20%.
Hay que terminar con las últimas barreras sociales y culturales que vienen poniendo límites a la capacidad de la mujer para la realización y culminación de carreras STEM. Y con tal finalidad en la Federación de Empresarias y Directivas de Asturias que tengo el honor de presidir (FEDA), tenemos entre nuestras prioridades el impulso de la mujer a esos puestos de liderazgo que impliquen su participación en los sectores de ciencia, innovación y nuevas tecnologías, con la importancia que en este momento tienen aquellos sectores de tecnologías emergentes, porque lo cierto es que el 61,3% de las empresas de este sector carecía de mujeres contratadas el pasado año 2023. Y precisamente por ello «ONU Mujeres» ha puesto el foco en la innovación y la tecnología, proyectando invertir en soluciones innovadoras de base tecnológica que respondan a las necesidades de las mujeres y las niñas.
El pasado mes de marzo tuvieron lugar en la sede de la ONU en Nueva York las Jornadas de la 68 Edición del Consejo Económico y Social de la Mujer. Entre los miembros de la Delegación Española se encontraba FEDA, representando a todas las mujeres que se hallan bajo el paraguas de CEOE, FADE y por supuesto la propia FEDA. Allí se forman grupos de trabajo en los que se abordan los principales problemas que aún existen para la mujer y se proyectan estrategias efectivas en materia de inclusión social e igualdad, poniendo de manifiesto las políticas y acciones que se están desarrollando a tal fin los distintos países intervinientes. Al respecto pudimos escuchar la novedosa actitud de Polonia que ha creado el «cheque abuelo», teniendo en cuenta el gran porcentaje de abuelos que cuidan de sus nietos para que ambos progenitores puedan trabajar. Y la Representación de Jordania que nos informa sobre los fondos que el Gobierno destina a las empresas que instalen guarderías en sus dependencias.
Estas jornadas son útiles también para romper estereotipos, como el de la mujer africana, a la que se supone portadora de una carga de desigualdad endémica. Y no es así, puesto que en diferentes zonas del continente gozan de un nivel de igualdad en el trabajo superior a algunos países mas desarrollados. En algunas zonas de Africa la mujer trabaja porque no tiene mas remedio que hacerlo pero con ello ha ido adquiriendo poder, lo que ha dado lugar a un cierto «matriarcado». Ruanda, por ejemplo, se ha situado en sexto lugar en el ranking de países con mayor igualdad.
Y en ese afán de seguir avanzando en aquellas facetas menos exploradas por la mujer, y con el propósito de que dentro de ellas se alcancen esos puestos de dirección y en definitiva de liderazgo, hemos celebrado ya tres ediciones de los Premios FEDA, que se otorgan anualmente a empresarias y directivas que han destacado por romper todo tipo de barreras y que, en su extraordinaria y valiente lucha, han puesto sus capacidades y su valía al servicio de la sociedad a través de su actividad empresarial o de sus tareas de dirección, demostrando que cualquier meta es alcanzable, incluso en el campo de la innovación, siendo por ello ejemplo a seguir para generaciones futuras.
Contamos con innumerables ejemplos, pero baste citar algunas de nuestras premiadas, como Irene Cano, Directora General de Negocio de Facebook para España y Portugal. Teresa Fernández Marmiesse, Directora Financiera del Grupo «Junquera Marítima». O Isabel López Ferrer, creadora de su propia empresa «IZHARIA», dedicada a la Ingeniería Eléctrica de redes de distribución y transporte y a las energías renovables. Y Susana García Rama, Presidenta de «Cluster de la Innovación». Todas estas mujeres y otras muchas que no citamos aquí pero que no por ello resultan ser menos significativas, han emulado el ejemplo de tantas que las precedieron y que a pesar de las dificultades por las que atravesaba la mujer en el momento en que desarrollaron su potencial, destacaron en el campo de las tecnologías y la innovación, como Ada Lovelace, matemática, informática y escritora británica ya en 1815, a la que se considera primera programadora informática. O a Frances Allen, informática de IBM desde 1957, trabajando en el centro neurálgico de la inteligencia artificial. Creó códigos y paralelismos, sistemas que permiten que un ordenador haga varias tareas a la vez. O Tera Lyons, estadounidense, asesora del Director Tecnológico de EEUU en la Casa Blanca, y Cecilia Tham (China), o Robin Murphy, estadounidense, Directora del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Universidad de Texas y fundadora del Robotismo sin Fronteras, una de las mujeres mas influyentes en el mundo de la informática, al haber usado con éxito robots durante el huracán Katrina y el accidente nuclear de Fukushima.
En definitiva, hemos de seguir luchando para que la participación de la mujer en el campo de la innovación alcance el reconocimiento social que se merece, resultando desde luego necesarios cambios culturales y políticas públicas adecuadas que promuevan del mismo modo la incorporación de hombres y mujeres en condiciones de igualdad al mundo científico, tecnológico y de innovación.