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Artículo de Opinión | «El poeta y el Sella», por Pedro Zuazua

El poeta y el Sella

Sobre la figura de Graciano García y el Descenso

El Descenso Internacional del Sella cuenta este año con un embajador muy especial. Graciano García –periodista, poeta, promotor de los Premios Princesa de Asturias– se suma al palmarés del título honorífico y propicia una conexión entre dos eventos que, salvando las lógicas distancias, basan gran parte de su éxito en un pilar fundamental: haber sido capaces de captar la esencia de Asturias y transmitirla al mundo cada año. Uno –los Premios–, desde «la exaltación y promoción de cuantos valores culturales y morales contribuyan al progreso de la Humanidad»; el otro –el Descenso– desde la celebración de la vida, los brazos abiertos a quienes vienen de fuera y una pizca de fina ironía asturiana.

Decía Juan Manuel Feliz, presidente del Comité Organizador del Descenso del Sella, que Graciano es –una figura esencial para entender la Asturias contemporánea». Lo es. Y también muchas cosas más. Graciano es un señor de 84 años que siempre ha sido periodista. Y siempre lo será. Un visionario que supo cuándo –y, más difícil aún, cómo– iniciar un proyecto que cambiaría la historia de nuestra tierra. Un maestro de la comunicación capaz de convertir cualquier ocurrencia en una idea. Un agitador cultural de primer nivel: su proyecto más reciente –Asturias, capital mundial de la poesía– se gestó desde su página personal de Facebook y cuenta hoy con miles de colaboradores altruistas. Un poeta que siempre tiene a mano los versos precisos para cada ocasión.

Hasta ahí –resumiendo– el lado profesional.

En lo personal, Graciano es un ejemplo para todas las personas que hemos tenido la fortuna de trabajar con él y que podemos recurrir a su consejo y sabiduría. Generoso, brillante y bueno. Astuto y prudente. Respetuoso. Inteligentemente irónico. Cuidadoso con los detalles. Capaz de ilusionarse -y de emocionarse- con una chispa de creatividad. Capaz de transmitir a quienes le rodean esa ilusión y esas ganas de crear. Y, lo más importante, experto en identificar y magnificar sensaciones que están en el ambiente y que unen a las personas en torno a una emoción. Como esas gaitas que, a finales de octubre, generan un escalofrío que se convierte en lágrima. Como ese himno de Asturias que, cada primer fin de semana de agosto, enronquece las gargantas en la salida de Arriondas.

Graciano tiene muchos títulos y reconocimientos. El título de Embajador del Sella puede que sea uno de los que mejor le encajan. Porque el Sella, más allá de la magnitud del espectáculo deportivo, el paisaje y la fiesta, encarna los valores que tanto ha defendido y por los que tanto ha peleado Graciano. En el Sella, las banderas se utilizan como motivo de celebración. En el Sella, se lanzan vivas a todos los países participantes y se abraza a quienes vienen de fuera. Sospecho que esos minutos que dura el inicio de la prueba se parecen bastante al mundo con el que sueña Graciano.

Un mundo al que, como él suele decir, le faltan versos.

Pedro Zuazua

Socio Colaborador de CAXXI

La Nueva España