La necesidad de diseñar un plan de gestión ferroviaria en Asturias frente a los billetes gratis y la llegada de nuevos trenes
Leemos un nuevo relato del Ministerio de Transportes (MITMA) sobre las Cercanías de Asturias en el que curiosamente no se menciona el futuro aumento prometido de trenes. Se corresponde con las argumentaciones variopintas que tan bien describe la antigua frase «excusatio non petita, accusatio manifesta». Ello lleva a preguntarse por los motivos de esta tan extemporánea y manida historieta. Como no hay nada que glosar al respecto, vamos a hacer algunas observaciones globales, reiterativas de otras anteriores desoídas por nuestras autoridades.
En nuestra opinión, una solución que permita llegar a tener un servicio eficiente y competitivo en las Cercanías de Asturias no pasa por ofrecer indiscriminadamente billetes gratis, sino por tener una red adecuada que fundamente una oferta atractiva, que se ajuste a la demanda potencial y que funcione de manera correcta y fiable. Si no se consigue esto, se tendrán pasajeros mientras los viajes no se cobren; y, además, siempre que los costes para los usuarios, derivados del mal servicio, no superen al ahorro monetario, pues es obvio que así será. Por ejemplo, si alguien es sancionado por llegar tarde al trabajo, vuelve al vehículo privado o al autobús.
Por otra parte, en un mundo en el que nada es gratis, para que una sociedad funcione establemente, debe pagarse por las cosas que se reciben y, a su vez, cobrarse lo adecuado por las propias tareas. Por eso, nos asomamos brevemente a lo general para decir que es un desastre un sistema económico en el que los sueldos no permiten salir de la pobreza a los de abajo. Y en el cual, como paliativo (mencionar la palabra solución es una ofensa a las víctimas del montaje), se subvenciona todo (desde la vivienda al transporte) para mantener a la gente tranquila en un estado de «semimiseria» pagada a costa de las clases sociales inmediatas en la escala económica, que son las que realmente contribuyen (en lugar de afrontar las disfunciones del sistema, algo que se rehuye porque implica enfrentarse a los realmente poderosos).
Terminamos esta digresión, que nos salió del alma pues ya estamos cansados de un falso progresismo que, por cobardía, no afronta los problemas determinantes en último término para conseguir el equilibrio social, lo que implica luchar para eliminar los monopolios, los abusos de poder y los ataques a la libertad humana. Un progresismo que, tras dividir a las personas en grupitos, tras olvidar que son personas y que lo esencial es luchar por sus derechos como tales, se dedica a la literatura para llevarnos a ser como los países (Venezuela es un ejemplo) controlados por los poderosos de la clase política y por los millonarios, que se llevan bien entre sí tras mantener al pueblo en la pobreza. Se reparten el beneficio entre ellos.
Pasamos pues a hablar de lo, en nuestra opinión, necesario para tener en Asturias unas Cercanías competitivas, lo que se ignora deliberadamente desde hace años; quizás porque ello, exige pensar, trabajar y ser valientes para resolver un problema que nunca se solucionará si, en lugar de afrontarlo, se dan, mirando para otro lado, vueltas a su alrededor para no tener conflictos con nadie.
Lo primero (y ello es compatible con tener una red pésima como la actual con una infraestructura obsoleta, así como unos trenes anticuados y en mal estado) es hacer una gestión aceptable, tanto para dar servicio como para tener esos trenes operativos. Eso supone disponer del personal suficiente para dar los viajes comprometidos y gastar lo necesario en el mantenimiento del material para que los trenes funcionen. Ello implica, en su caso, también, asumir la anulación definitiva de servicios que no se pueden dar: esa es la manera de hacer confiable lo posible. Ello dará garantías y generará clientela basada en la fiabilidad. No nos explayamos, ¿pero alguien se imagina a Alsa paralizando viajes a sopetón porque no tiene conductores o porque se pinchó una rueda? En el contexto actual, también cabe racionalizar los tiempos de viaje eliminando paradas inútiles que no usa casi nadie. Ello no se hace por motivos políticos de popularidad en un entorno en el que los gestores son irresponsables ante el despilfarro que, si se tiene el poder, se endilga al conjunto de los ciudadanos.
Lo segunda es tener a medio plazo (no se puede perder el tiempo y dilatarlo más) una red ampliada con la extensión, la cobertura, las capacidades y las prestaciones adecuadas, modelada en su desarrollo tras priorizar en la asignación de recursos a las actuaciones con mayor rendimiento potencial para los usuarios, tras aumentar la integración urbana y rural de las líneas. Por ello, sorprende que, desde hace años, jamás se haya dicho una sola palabra sobre eso, lo que se trasluce de que no existe una planificación que determine la demanda que se alcanzaría al acercar la red a los «atractores» de tráfico importantes tales como hospitales, centros educativos, polos tecnológicos, polígonos industriales…, lo que podría llevar a conseguir todo el que racionalmente se puede captar.
Por otra parte, hay que analizar, sin fantasías ni condicionantes de conveniencia política, las posibilidades reales de nuestra red ferroviaria de Cercanías. Para ello, hay que prever el tiempo real desde los destinos (ocio o trabajo) y los domicilios y compararlo con los resultados de los tiempos obtenidos con una distribución racional de las líneas de autobús (urbanas más interurbanas), lo que determinaría la competitividad mutua. Desde ahí, surgirían las líneas y paradas imposibles, a las que nos referimos antes, y también las nuevas estaciones. O apeaderos a construir, pues dar un acceso favorable por tren a los ya mencionados polígonos, parques tecnológicos, hospitales, campus, centros comerciales… mejoraría la demanda ferroviaria.
De ese análisis, saldría el escenario horizonte y, de él, la viabilidad futura de la actual red de Cercanías o de una modificada que nacería de añadir (o suprimir en su caso) líneas, pues no olvidemos que la actual red no se adapta a ninguna planificación metropolitana, sino que es el residuo de una red ferroviaria pensada (quizá con la excepción de algunos tramos de los Ferrocarriles Económicos de Asturias y del antiguo Ferrocarril de Carreño) con otros fines, esencialmente, ligados a una industria, la del carbón, fenecida hace años.
Matizamos que no decimos nada original, pues eso ya se ha hecho en el Euskotren, con sus 50 millones de viajeros al año, que tanto se menciona como ejemplo y que debería ser tomado como tal. Su secreto no es que tenga unos trenes más guapos o modernos, sino que se planificó en función de unas expectativas de demanda, se potenció la misma, se diseñaron tramos nuevos en función de los atractores de tráfico, se dio continuidad y coherencia a la red multimodal con el transporte por autobús y después se dio calidad a todo, desde las vías hasta la explotación. Si alguien quiere comprobarlo, puede buscar un plano de su red y ver por qué aquí se menciona esa excelente iniciativa en vano para no afrontar al asunto de fondo y después se nos entretiene con unos billetes gratis y unos nuevos trenes que, cuando lleguen, no mejorarán en nada el funcionamiento de unas Cercanías que irán a la muerte si no las planificamos y desarrollamos con datos reales y racionalidad.
Busquemos, desde criterios territoriales urbanísticos y de funcionalidad, la red conveniente en extensión, cobertura, capacidad y prestaciones. Después, construyámosla.
La apuesta por la energía verde ha de ser decidida, no sometida a vaivenes políticos
En La Nueva España del 21 de diciembre leemos una decisiva noticia que dice que la consejería de Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Rural ha formulado declaración de impacto ambiental desfavorable para la ejecución de la infraestructura asociada al proyecto de parque eólico Palancas en los concejos de Cudillero y Valdés al considerar que con las medidas preventivas y compensatorias planteadas por el promotor habría «impactos negativos significativos sobre el medio ambiente».
Llaman la atención los motivos pues el artículo dice: «En concreto, los informes señalan que el parque eólico –ubicado entre los picos Paradiella, Peña del Gallo y Palancas– estaría a menos de 500 metros del núcleo valdesano de La Candanosa, en la parroquia de Muñás, y sería visible desde una amplia zona de la rasa costera occidental. Además de ese ‘elevado impacto visual’, la instalación de los aerogeneradores ‘acarreará importantes movimientos de tierras’ que ‘modificarán por completo’ la topografía actual del terreno ‘generando una situación de muy complicada restauración y recuperación paisajística’. A esos efectos, se suman los impactos sobre las aves y los murciélagos, y sobre bienes integrantes del patrimonio cultural, principalmente el Camino de Santiago y restos de minería romana».
Esos argumentos (no razones), que no cuestionamos pues estarán previstos en alguna de las infinitas normas y disposiciones sobre asuntos variopintos que tiene el Gobierno del Principado, nos dicen que en Asturias es imposible en la práctica poner molinos eólicos dado que todos se ven, es casi impensable encontrar sitios que no tengan edificaciones a menos de 500 metros y para construir molinos hay que hacer caminos y cimentaciones.
Nos imaginamos que, antes de adoptar la resolución, los responsables del Gobierno del Principado habrán estudiado todos los costes y todos los beneficios, así como que, después, se habrán analizado todas las consecuencias y alcanzado esta conclusión desde la consciencia de que es transcendente para el futuro de Asturias, pues vista la resolución es obvio que las empresas de energías renovables deberán marcharse de Asturias pues aquí no caben.
Como la decisión está tomada, legítimamente todos tendremos que asumir esta que marca el rumbo del porvenir de Asturias, pero consideramos, asimismo que, por encima de ello, un gobierno tiene la obligación de ser leal con los ciudadanos y anunciar la verdad, sin practicar la hipocresía del avestruz, para decir que apoya una actividad vital para nuestro porvenir y a la vez poner condicionantes que la vuelven imposible.
Conocido el camino elegido por nuestras autoridades, a continuación, todos buscaremos nuestro porvenir: aquí, o allí donde consideremos que está nuestro mañana, así como el de nuestros descendientes. Para matar la añoranza vendremos cuando podamos: si triunfamos, nuestro presidente, para cantar su nuevo triunfo, se fotografiará con nosotros rodeado de gaita y tambor.
Entramos en el detalle para decir, que, en nuestra opinión, todos estos avatares en el entorno de la energía son enredos de IU, tolerados por el PSOE para no tener problemas dentro del gobierno, aunque ello choque frontalmente con una política que, según se anuncia, va a fundamentar el futuro de Asturias en la energía verde.
El interés político para IU es satisfacer a algunos grupos que están dentro de ella. Y el del PSOE, como ya dijimos, mantener el gobierno a corto plazo. A largo no sabemos si tienen alguna meta o simplemente dar patadas a seguir de promesa en promesa para, después, durante las siguientes elecciones volver a prometer y llamar al alma «obrera» frente a la opresión capitalista, tras mantener que vale más un socialista incompetente que uno de derechas generoso. Por eso en vez de vender un futuro se resucitan las batallas del pasado.
Sostenemos lo anterior porque no puede haber esa energía verde sin molinos de viento (aerogeneradores) líneas de transporte y baterías. Es obvio que todos producen molestias, pero estas son medibles. Por ello, tal como afirmamos antes y en función de los costes, hay que elegir si se admite esa energía o no. Lo que no es realista es practicar el oximorón permanente del sí pero no.
Lo que a nuestro juicio es inadmisible es vender políticas tras ocultar a los ciudadanos las últimas consecuencias por ser impopulares: eso es traicionarlos o venderlos. Además, cuando se entra en el detalle de las cuestiones ambientales se detecta que están trufadas de afirmaciones arteras que son amplificadas por grupos ecologistas o de interés que se sirven del ecologismo, los cuales movilizan a gente temerosa que se deja convencer con una especie de ensaladilla de desinformaciones varias.
Para los que no somos ni capitalistas ni comunistas sino todo lo contrario y, además, aunque lo comprendemos, no damos al pasado por bueno, eso resulta difícil de creer.
Por otra parte, como nuestros gobernantes no se atreven a decir de frente que se oponen a la energía verde, fabulan grandes camelos para poner después condiciones imposibles de cumplir. Por ejemplo, reiteramos para terminar que lo de la distancia de 500 metros a una casa y de un kilómetro a un núcleo rural, lo es. Solo se entiende como coartada para justificar decir que no.
En nuestra opinión, todo lo que se está haciendo es un desastre para Asturias, ya que el principio más elemental de la gestión dice que en cualquier organización lo primero que hay que conocer es que es necesario marcar un rumbo y después que alguien mande. Ello no es totalitarismo pues se trata de algo compatible con el liberalismo; y, también, dado que nuestro gobierno lo es, con el socialismo, que para cualquiera que conozca la historia es una evolución del liberalismo avanzado: es decir de la racionalidad y de la entereza.
Reiteramos que si el Gobierno de Asturias decide legítimamente algo, debemos asumirlo todos. Pero a la vez ser consecuentes y utilizar las cuatro reglas para llegar a la conclusión de si podemos sostenernos económicamente sin la riqueza que produce la industria y también para conocer si el turismo y los servicios que podamos generar llegarán a lo necesario para poder sobrevivir. Y después ser consecuentes para hacer saber a los ciudadanos que no todo permanecerá igual, sino que al desaparecer la industria desaparecerán los beneficios que trae. Y que por ello habrá que conformarse con vivir sin ellos, salvo que consigamos ser una región de mantenidos porque el resto de los españoles nos paguen por vivir. Ello no será fácil pues hoy Asturias ya vive de la solidaridad de los demás pueblos de España: todos sabemos que nos molesta reconocerlo y nos tapamos los ojos, pero es del todo cierto.
Personalmente creemos que debemos recuperar un modelo territorial que haga compatible la industria, que nos da medios de vida, con disfrutar de la vida.
Pongamos valentía, ilusión, inteligencia y empuje para desarrollar nuestros propósitos. Tengamos clara la esencial obligación de servir a la sociedad en los momentos decisivos. Lo que no consiste siempre en hacer lo más popular y más fácil para nosotros.
Avelino Acero e Ignacio García-Arango
Socio colaborador y partner de CAXXI