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Entrevista | Los Peña: la familia de La Felguera que hace plantas siderúrgicas por toda América y está vinculada a la mayor funeraria de México

El ingeniero langreano Ángel Isidro Peña inició la exitosa actividad empresarial de esta familia de emigrantes langreanos tardíos, ya que marcharon a México a comienzos de los años noventa del pasado siglo XX.
La ingeniería GPI está especializada en desarrollar y construir instalaciones del sector siderúrgico y ahora la mitad de su negocio está en Estados Unidos
La familia Peña participa en la funeraria Gayosso, líder en México, con miles de empleados y una de las marcas más conocidas y arraigadas en el país, con casi 150 años de existencia.

El arquitecto y empresario Jorge Peña (La Felguera, 1973) es el delegado en México de la asociación Compromiso Asturias XXI. Uno de sus objetivos es dar relevancia al grupo de jóvenes empresarios y directivos asturianos que están empezando a despuntar en México. Él mismo está a caballo de esta nueva generación de emigrantes que cruzó el charco con el nuevo siglo XXI y las que llegaron en el anterior. Jorge llegó con su familia a México a principios de los años 90. Su padre, el ingeniero Ángel Isidro Peña Menéndez, emigró con el núcleo familiar en busca de un nuevo futuro empresarial. Hoy esta familia asturiana encabeza la ingeniería GPI, especializada en plantas siderúrgicas. Ha construido instalaciones por toda Latinoamérica. En la actualidad, la mitad de su negocio está en Estados Unidos.

Además, han ampliado sus actividades empresariales a otros ámbitos económicos: desde tres años están vinculados a la funeraria Gayosso, líder del sector en México y próxima a cumplir 150 años: fue la primera creada en el país y la segunda en toda Latinoamérica. Este grupo empresarial es una de las cinco empresas más antiguas del país azteca y, tal y como la compañía subraya, “una de las diez marcas más reconocidas del país”, además de ser una de las 500 empresas con mayor volumen de facturación. Cada año ofrecen más de 100.000 servicios en “previsión, cementerios, cremaciones, funerarios, colectivos, repatriaciones y expatriaciones”. Gayoso tiene miles de empleados “y más de 100 instalaciones en todo el país”.

A continuación, Jorge Peña cuenta su historia familiar y empresarial:

1.De Madrid a La Felguera

“Mi padre es de La Felguera y se fue a México en el 1993. Es ingeniero metalúrgico. Su padre, que se llamaba Ángel Peña Mendiola, era madrileño. Era el tapicero del Puente, en La Felguera. Era de Madrid. Mi abuela se fue a trabajar un tiempo con su hermano a una fábrica de chocolates a la capital. Mi abuela y mi abuelo se conocen en Cuatro Caminos, en Madrid, y él va a vivir a Asturias. Es un fenómeno de emigración inversa. Mi abuelo era la excepción. Todo el mundo iba a Madrid, a las grandes ciudades, y él pasó de vivir en la glorieta de Quevedo y en Comendadoras a vivir en el Puente de La Felguera. Fue un cambio cultural para él, no siempre encajó bien. Le costó”.

2. De La Felguera a Madrid

“Mi padre empezó a trabajar en Duro Felguera. Su primer trabajo es montar una colada continua de slaps en Ensidesa. Pero por decisión de ambos, de mi padre y de mi madre, María de los Ángeles Vázquez, que se casan muy jóvenes, deciden irse a Madrid, cuando yo tenía ocho meses. Yo nazco en el hospital de Oviedo en 1973, aunque me empadronaron en La Felguera. Siempre me río y digo que mi vida empezó con una mentira porque mi DNI pone que nací en La Felguera, pero en realidad nací en Oviedo. Total, que los ocho meses mis padres se van a vivir a Madrid. Mi madre, conmigo, vuela en avión por primera vez en su vida para irse allí a vivir”.

“Van a Madrid porque a mi padre le ofrecía posibilidades profesionales y, por otro lado, mi padre todavía tenía familia en Madrid. Todavía vivía allí una hermana de mi abuelo vivía y tenía primos con los que había mucha relación. Yo tengo dos hermanos. Pablo, que nace en Madrid en 1975, y Carlos, que nace en 1976 en Asturias en unas vacaciones”.

“Cuando vamos a Madrid ahí empieza la historia de la emigración en mi vida. Porque nosotros íbamos en Navidades y en verano a Asturias, pasábamos agosto en casa de mis abuelos maternos en la aldea de La Raíz, entre Siero y Langreo. La conexión con Asturias nunca la perdimos. En tradiciones, en cultura y hasta en la forma de hablar. Sobre todo, mi madre, a la que nunca se le ha quitado el acento. Así que nosotros en Madrid éramos los asturianos y en Asturias éramos los madrileños. Cuando nos vinimos a vivir a México pues esa condición fue todavía más complicada. Así que cuando me pregunta de dónde soy, digo: depende, me crie Madrid pero soy asturiano”.

3. De Madrid a México

“En Madrid mi padre trabaja muchos años para la empresa francesa Pequeteson, le toca viajar a México, a Francia, a Suiza… Llega a dirigirla. Se dedicaban a bienes de equipo, maquinaria industrial. Eran muy fuertes en equipos para plantas nucleares. Posteriormente, se dedicaron a hacer plantas desalinizadoras. Pero la empresa se viene un poquito abajo en el momento en que Francia acaba con el plan nuclear cuando llega Mitterrand. Cuando mi padre llegó a la empresa ya estaban por terminar sus años dorados, así que le tocan momentos muy complicados de reconversión”.

“Luego emprende varias aventuras empresariales que no terminaron de funcionar, como un negocio de algas en Comillas. Pero como él tenía sus conocidos en México, se plantea el venir. Fue una emigración dura en el sentido de que nadie de la familia quería. Cuando nos vinimos a México yo tenía 19 años y pocas ganas de venir. Llegamos el 9 de enero de 1993”.

4. Tres personas y trece bultos

“Mi padre vino con un empleo con una empresa mexicana como director de esa compañía, le dieron una parte de las acciones. Entonces él dijo: bueno quemo las naves en España y nos vamos. Él llegó a México unos días antes que nosotros. Mi madre, mi hermano pequeño Carlos y yo, llegamos después. Tres personas con 13 bultos. Vinimos vía a Miami porque era más barato el billete de avión. Mi hermano Pablo estaba estudiando en una academia militar en Estados Unidos. Yo había empezado a estudiar Arquitectura en España. Tenía novia asturiana, de hecho. Y no tenía ningún interés en venir. Les planteé a mis padres que me iba a quedar estudiando en Madrid. La respuesta fue: está muy bien, pero no nos alcanza para tener tres hijos viviendo cada uno en sitios distintos. Ahora nos va bien, pero entonces nuestra situación económica era muy diferente”.

“A Carlos y a mí el primer año nos costó adaptarnos no mucho, muchísimo. No lograbábamos hacer amigos. No fue fácil aquel año. Poco a poco nos fuimos integrando, pero cuando terminé la carrera, me digo: me dan el título y quince días después yo ya estoy en España. Tenía novia en México, la que hoy es mi esposa, y me fui a España con ella. Yo me decía: nunca más vuelvo a México más que de vacaciones”.

5. De México a España

“Hice el doctorado, un máster, empecé a trabajar con unos franceses en un despacho de arquitectura industrial en París. Muy romántico, pero a los 15 días de estar trabajando, el arquitecto dueño del despacho le da un infarto y hay que reorganizar la empresa. Y me dicen: ¿por qué no te vas un par de meses a acabar una obra en España? Tarazona, provincia de Zaragoza. A las faldas del Moncayo. Más frío que nada pasé allí. Me quedé 6 meses. Pero entonces falleció mi suegro, así que volvimos a México. Nos casamos y ya me quedé aquí. Visto ahora, me mereció la pena”.

“Mi padre, mientras yo estaba en España, se separa de sus socios mexicanos y se pone por su cuenta. Llega a una asociación con Duro Felguera y se convierte en el director general de Duro Felguera en México durante unos 4 años. Yo trabajo con él Duro dos años, pero me salgo porque no veo las cosas claras y, además, me surge una oportunidad de hacer un proyecto de arquitectura industrial similar a los que hacía con los franceses: una planta en Puebla. Ya las cosas entre Duro Felguera y mi padre no funcionaban. Entra en desacuerdo económico, de objetivos de proyección de país. Era el contraste entre una directiva y mi padre, que pensaba en México para quedarse, para estructurarse y demás. Llegan unas discrepancias y se separan”.

6. Nace la empresa familiar

“Entonces fue cuando decidimos crear una empresa familiar, una ingeniería, que se llama GPI. La condición era que los socios fuésemos mi padre, mi madre y mis hermanos y yo. Mis hermanos a lo largo de esos años se han dedicado a otros negocios, otra práctica profesional y yo me metido en GPI, la que ahora dirijo. Empezamos la aventura con un local con dos despachitos y una sala de juntas. deberían ser como 30 metros cuadrados, de una cosa minúscula”.

“Empezamos a prospectar el mercado. Logramos hacer los primeros proyectos con socios que, de hecho, ahora ya no existen como empresa pero que en su momento nos ayudaron a arrancar, pusieron garantías y les fue muy bien con nosotros. Fuimos capitalizando, fuimos creciendo y la realidad es que en marzo cumplimos 20 años”.

7. Tres divisiones

“Hemos creado una empresa que tiene tres divisiones. Una es ingeniería, básicamente para el sector siderúrgico, en el que había empezado mi padre profesionalmente. También tenemos una división de montajes electromecánicos para siderúrgica y, hace unos 8 años, empezamos a una planta de prefabricación de tuberías a 70 km de México. Ahora mismo tenemos casi 8.000 metros cuadrados techados de nave productiva y con la última ampliación que vamos a arrancar en breve pasaremos de los 11.000 metros cuadrados”.

“Empezamos como una ingeniería que hacía solo una disciplina. Hacíamos solo un tipo de montaje, el mecánico. Ahora hacemos ingenierías integrales, todas en 3D, trabajamos con diferentes softwares. Hemos hecho muchos proyectos, obviamente, en México. También en la República Dominicana, Colombia, Chile, Brasil, Argentina, ingeniería básica para un proyecto en Rusia… Y ahora, desde hace dos años, el 50% de lo que hacemos es ingeniería para Estados Unidos”.

“Somos una empresa de nicho que nos dedicamos solo al sector siderúrgico y que lo dominamos. Hacemos ingeniería civil, estructural, arquitectura eléctrica, tuberías para una planta siderúrgica. Luego nosotros participamos en el montaje electromecánico de esas plantas. El proyecto más grande que hemos hecho, donde hemos coincidido con más gente trabajando, hemos tenido 1.200 personas directas en una obra. No siempre somos 1.200, pero da idea de los picos que podemos llegar a tener. Toda esa actividad se refleja en más de 10.000 planos hechos y decenas de miles de toneladas de maquinaria, equipos y tuberías a instalar, procedentes de diferentes partes del mundo”.

8. Padre e hijo

“Mi padre tiene 74 años. Él es el presidente y yo el director general de GPI. Sigue trabajando. Mi abuelo, el tapicero, tenía el taller abajo de casa. Cuando éramos niños nuestra alegría era poder visitar a nuestro abuelo en el taller, tenía pegamento, tablas, clavos… Mi abuelo y mi abuela era gente que trabajaba un montón de horas, de lunes a sábado, y así es mi padre. Aunque ya está consiguiendo tener algunos hobbies, como el golf, mi padre está acostumbrado a ver trabajar, a ayudar a sus padres en fines de semana, en vacaciones. Eso de jubilarse e ir al parque a ver qué hacen los guajes, no va con él. Y físicamente está muy bien. Además, hay algunos clientes con los que llevo toda la relación, pero hay otros que son más históricos, por mucho que mi tarjeta diga director general, mi padre es el presidente y lo conocen desde hace años y para ellos voy a ser siempre un yogurín aunque tenga 51 años (risas)”.

9. Las oportunidades en México

“México, por su propia condición histórica, económica y social tiene muchas más oportunidades, hoy por hoy, que un país como España o como Asturias. El nivel de desarrollo es distinto. Si bien en México te puedes encontrar lo mejor de lo mejor desde el punto de vista tecnológico, de restaurantes, de ocio, de lo que tú quieras, sigue habiendo un rezago enorme en el país”.

“Pero hay muchas más oportunidades. Hay mucha gente que también fracasa y yo también he fracasado y no todo es perfecto, pero hay más oportinidades por el propio tamaño del país, de 120 millones de habitantes y con una población muchísimo más joven. La alcaldía donde yo vivo tiene la población de Asturias, por ejemplo. Entonces, el dinamismo que eso genera y esa concentración de tan grande de gente, necesariamente abre unas oportunidades muy diferentes”.

10. Una funeraria de referencia

“Desde hace tres años, mis hermanos se metieron en una nueva aventura empresarial y estamos vinculados a Gayosso, la mayor funeraria de México y creo que la segunda mayor de América Latina. Y yo les ayudo en lo que tiene que ver con construcción, proyectos de nuevas inversiones, remodelaciones. Ahora estamos involucrados en este proyecto. El año que viene vamos a celebrar 150 años de la creación y de la fundación de Gayosso. Y entonces, vamos a contar la historia de la empresa. Estoy trabajando con un profesor mío de la universidad, un arquitecto historiador. Es un proyecto muy ilusionante, la verdad”.

11. Relación Asturias-México

“Entre los emigrantes que vinieron a México, hay un sentimiento de pertenencia hacia Asturias que se nota, por ejemplo, en los integrantes de la Asociación de Amigos del Archivo de Indianos, la mayoría de ellos mexicanos. Mi padre es el secretario de la asociación. Algunos de ellos son nietos de asturianos y aun así, mantienen el vínculo, el interés. Que se impliquen en estas iniciativas, esta o los premios ‘Princesa de Asturias’, habla de que esa gente no tendría ninguna obligación de vincularse con Asturias y, sin embargo, muestran ese interés, dedican tiempo, esfuerzo y dinero, a mantener ese vínculo vivo. En ambos casos el apoyo desde México es fundamental”.

“Pero yo creo el reto ahora es otro. Estas personas que están mostrando este interés y este empuje tienen ya 70 u 80 años. Y no sé si sus hijos van a tener la misma fuerza, el mismo empuje compromiso o interés para lo que fue el legado de sus padres, abuelos o de ellos mismos. Por eso tenemos que vincular a las nuevas generaciones. Hacen falta nuevos liderazgos”.

Jorge Peña

Socio colaborador y delegado en México de CAXXI

La Nueva España