Juan Rodríguez García es el CEO del mayor grupo funerario de México: «En un país donde el Día de los Muertos es patrimonio de la Unesco es una responsabilidad»
Dice que Gijón le mata y sin Gijón se muere. Y no deja de tener gracia la frase porque, en un país en el que la muerte es un elemento culturalmente muy vivo, el economista Juan Jesús Rodríguez García (Gijón, 1970) ejerce de CEO del Grupo Gayosso, el entramado funerario más grande de México y de toda Latinoamérica y uno de los veinte mayores del planeta. Es también integrante de Reto demográfico, previsión y servicios funerarios de la Confederación de Cámaras de Comercio, servicios y turismo de México y ejerce como docente de Demografía y cálculo demográfico en varias universidades.
Tres años hace que reside en Ciudad de México, aunque en realidad por asuntos empresariales y de inversiones llevaba ya veinte vinculado al país norteamericano que, explica, «está viviendo una transformación empresarial y laboral en diferentes ámbitos». Con una posición relevante en la economía de EE UU y Canadá este país cuatro veces más grande que España en tamaño y casi en población sin contar la que vive fuera, no es muy distinto a otros lugares en el plano laboral. «Yo he trabajado en distintos países de diferentes continentes, y no es muy diferente a cualquier otro», apunta. Pero sí hace una llamada de atención: «Sí destacaría que trabajar en los servicios funerarios en un país cuya tradición, ritos y festividad de Día de Muertos esta declarado por la Unesco patrimonio inmaterial de la Humanidad es una gran experiencia y responsabilidad».
Compartimos el idioma y la cultura. Y eso nos acerca a México en muchos aspectos a los asturianos, que llegan ahora al país con el camino trillado por los miles de emigrantes de décadas anteriores que «fueron muy bien recibidos en este país maravilloso». No es, pues, difícil, sentirse en casa. «Los mexicanos son gente buena, amable, que sienten y respetan a su país, bandera e himno y cualquiera que se acerque a ellos con respeto lo reciben fantásticamente bien», concluye. Y añade una definición perfecta: «Viven mucho en la calle, les gusta celebrar y la familia es un poderoso núcleo de apoyo y convivencia».
Es, además, un país maravilloso en cuanto a naturaleza y patrimonio cultural el México al que se acercó primero a través de la literatura del gran Carlos Fuentes. «Ciudad de México es la segunda ciudad del mundo con mayor número de museos, viviendo en Polanco, que es una pequeña ciudad dentro de la gran urbe, prácticamente es como Gijón, cuenta con 300.000 habitantes, puedes disfrutar de las mejores gastronomías del país (ya que hay muchos Méxicos) y del mundo, y puedes perderte corriendo a un minuto de casa por un parque como Chapultepec que es diez veces más grande que el Retiro».
Pero no son solo bondades el país. «Sus cuatro grandes problemas son: la inseguridad por el crimen organizado en determinadas zonas o estados, contra la que están luchando intensamente desde hace años; el tráfico, en Ciudad de México 10 kilómetros en hora punta pueden ser dos o tres horas; la corrupción ejercida por unos pocos que afecta a todos, y los feminicidios en determinadas zonas, que permanecen impunes pese a que la sociedad civil y diferentes administraciones han emprendido una batalla para erradicarlos», resume.
Sostiene Juan que de la gastronomía mexicana es mejor no hablar. Lo suyo es probarla. «Un consejo que siempre doy a mis visitas es que no piensen solo en tacos y chilaquiles, en el norte del país son magníficos sus cortes de carne; en la costa del Pacífico sus pescados y mariscos; en Oaxaca sus moles, y por supuesto, aquí en temas de picante son profesionales, no intentes ponerte a su altura porque tu estómago no te lo perdonará», remata.
Viaja a Asturias dos veces al año porque necesita un culín de sidra, una carrera por el Muro y comidas caseras. «Para mí es muy importante estar conectado con la familia y amigos, y la tecnología ahora te lo permite», revela quien nunca ha sentido la distancia con amargura y se considera ciudadano del mundo.
La distancia sí le ha permitido mirar a Asturias con otros ojos: «La perspectiva te permite poner en valor sus grandes fortalezas, por ejemplo, en cuanto a desarrollo turístico y sobre la explotación adecuada de sus ricos recursos naturales, que creo pueden sustituir el negro pasado del carbón proyectándola a un futuro verde».